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Natalia, Andrés García, Jorge y Andrés Jiménez son los estudiantes de la Escuela Politécnica Superior  de Huesca en realizar el Trabajo de Final de Grado o Máster con Red Arax. Es agosto y todos están disfrutando de sus vacaciones, pero su mente ya está en septiembre. “Nos queda mucho trabajo por hacer”, insisten los cuatro. Se nota cierto nerviosismo en sus voces lo que demuestra las ganas de aprender algo desconocido para ellos. “Nunca he trabajado con ensayos y el análisis estadístico el algo nuevo para mí”, apunta con ilusión Andrés Jiménez.

Miguel Gutiérrez y Andrés Jiménez en campo de ensayos de Cooperativa San José de Sádaba

Una colaboración entre Red Arax y la Escuela Politécnica Superior de Huesca que surge en marzo de 2020. Fue entonces cuando los responsables de la red acudieron al centro universitario para presentar las más de 8.000 parcelas de ensayos donde se analizan variedades de cereales, leguminosas o cultivos alternativos. Una fructífera reunión que terminó con un acuerdo de futuro.  “Ha sido todo un éxito. Estamos muy satisfechos por el interés y por el número de trabajos que han surgido”, señala con gratitud el jefe de la Unidad de Cultivos Herbáceos del Centro de Transferencia Agroalimentaria del Gobierno de Aragón, Miguel Gutiérrez. La buena acogida de estos trabajos entre estudiantes y profesores reafirman la colaboración entre Red Arax y Universidad. Una unión de futuro que acerca el mundo profesional a las aulas.

 

“Cuando estás dentro, no te das cuenta de la cantidad de ensayos que hay”, destaca Jorge Latorre quien asegura que ya seguía a través de las redes sociales toda la información que publica la red. En su caso, ha centrado el Trabajo de Final de Máster (TFM) en el cultivo de la soja. “Me lo propusieron y me pareció muy interesante”, señala Latorre. A lo largo de estos meses ha trabajado codo con codo con los técnicos de campo de Cooperativa San Licer de Zuera y Virgen de la Oliva de Ejea de los Caballeros. Junto a ellos, analiza el comportamiento y adaptación de 28 variedades de soja y, además, en las Cinco Villas estudia las diferencias existentes entre una parcela inoculada y otra no inoculada. “A simple vista no hay diferencias, pero hay que esperar”, puntualiza. Tal vez lo que más sorprende de Jorge, además de su análisis de campo, es que ya tiene un contrato laboral: “Desde hace tres meses estoy trabajando como técnico con Cereales Teruel”.

“Ha sido todo un éxito”, Miguel Gutiérrez

Red Arax está formada por catorce cooperativas y todas cuentan con sus propias plataformas de ensayos. De este modo, los estudiantes tienen contacto directo con los técnicos de campo, pero también con las empresas que trabajan con ellos. “Aparte de las cooperativas y del CTA, también están las empresas que suministran las semillas o los productos fitosanitarios o las empresas comercializadoras como es en el caso de la soja de consumo humano”, destaca Joaquín Aibar, profesor titular de la Unidad del Área de Producción Vegetal y tutor de los cuatro trabajos universitarios. “Es una ventaja para ellos porque ya se conocen a nivel profesional y tal vez pueda surgir una relación laboral en un futuro”, insiste Aibar.

«Está siendo una gran experiencia porque nunca había hecho nada con ensayos”, Andrés Jiménez

“No sé si en un futuro me dedicaré a esta parte más de investigación, pero es otra alternativa que ahí está y que estoy aprendiendo”, resalta Andrés Jiménez desde Vera del Moncayo, su pueblo natal. A sus 23 años tienen claro que quiere dedicarse a la agricultura y por eso el TFM del máster en Ingeniería Agronómica lo ha centrado en la evaluación de tratamientos en semilla contra Helminthosporium Gramineum en cebada. “Está siendo una gran experiencia porque nunca había hecho nada con ensayos”, señala Jiménez quien ha seguido de cerca los trabajos que realiza la Cooperativa San José de Sádaba. Cosechada la parcela, ahora le toca realizar el análisis estadístico. “Es algo nuevo para mí” y por ello va a contar con el apoyo de un profesor universitario. “Ya he recogido todos los datos agronómicos: humedad, peso específico, afecciones… Y ahora en septiembre empezaré con el análisis estadístico. No lo he hecho nunca” señala Jiménez. Sus palabras transmiten energía y ganas de aprender.

“No creo que haya problemas en poder ofrecer cada año ensayos nuevos”, Joaquín Aibar

Este año han sido cuatro los trabajos de final de grado y de máster que se han llevado a cabo, pero el objetivo es ofrecer cada año prácticas distintas para que los estudiantes puedan completar su formación académica. “La verdad es que dentro de Red Arax hay tanta diversidad de temas que no creo que haya problemas en poder ofrecer cada año ensayos nuevos”, resalta Joaquín Aibar.

Natalia Vicién es la única mujer y la que ha centrado su Grado en Ingeniería Agroalimentaria y del Medio Rural en la rama de industria. Por ello, su trabajo es más intenso después de la cosecha del garbanzo. “Es una comparación, un estudio desde el campo a la mesa”, explica Natalia. “A parte de la información agronómica, a mí también me interesa la parte nutricional, de cocinado, de envasado… Vamos a hacer catas para saber qué variedad gusta más a la gente”, añade la joven estudiante.

“Desde Red Arax han estado siempre muy pendientes de mí y solo de estar con ellos aprendes mucho”, Natalia Vicién

Junto al técnico de Cooperativa San Licer de Zuera, Natalia ha analiza el desarrollo y el número de vainas por planta. Ahora el trabajo de laboratorio lo desarrolla en las instalaciones del CITA. “Antes Miguel Gutiérrez y David Gregorio [técnico de la cooperativa] y ahora Cristina Mallor han estado siempre muy pendientes de mí y solo de estar con ellos aprendes mucho”, explica Natalia muy agradecida y a su vez añade, con cierto pudor y entre risas: “yo no sabía ni cómo era una planta de garbanzo”.

“Había oído hablar de la plataforma de Lupiñén, pero cuando la vi fue un shock ver tantas parcelas y variedades juntas”, Andrés García

En el caso de Andrés García su TFG busca facilitar el día a día de los agricultores. Lo ha desarrollado en las 800 parcelas de ensayo que existen en Lupiñén y ha apostado por el uso de un programa informático. “Es una tecnología nueva, apenas tiene dos años, y entonces ahí se apuntan todos los datos, permite volcar la información y también se utiliza la estación meteorológica que está allí”, detalla Andrés. “Una variedad responderá de una forma u otra si llueve mucho o poco y eso es algo importante para el agricultor”, insiste.

 

Andrés es de Ortilla, un pueblo que se encuentra a escasos kilómetros de Lupiñén. A pesar de la cercanía, no conocía la plataforma de ensayo: “Había oído hablar de ella, pero cuando fui por primera vez fue un shock ver tantas parcelas y variedades juntas”. Ahora solo le queda redactar su trabajo, delante del ordenador y sin salir al campo, pero la experiencia “ha sido muy enriquecedora y muy interesante”.

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